domingo, 19 de junio de 2011

El origen de la crisis económica

LA SOBREPRODUCCIÓN, ORIGEN DE LA CRISIS DEL SISTEMA CAPITALISTA

             La crisis económica norteamericana tiene su origen aparente en el sector inmobiliario. Durante varios años, los bancos han otorgado prestamos hipotecario a personas que normalmente estarían exentos del crédito hipotecario por su condición de inestabilidad en sus ingresos.
              Para reactivar la economía de los EEUU, en el 2001, la reserva federal (FED) bajó de forma considerable el tipo de interés (el equivalente del EURIBOR en Europa), de 6% a 1.75%. La historia a demostrado que el primer efecto de esta medida es que la actividad económica del sector inmobiliario crece al alza. Así fue hasta 2004.
Atraido por el dinero fácil, concedieron hipotecas a familias con rentas bajas, y con un tipo de interes variable, aunque bajos al principio pero pudiendo alcanzar el 18% en 3 años y con muy malas condiciones en contrato (Los créditos Suprime, créditos riesgosos) Los bancos sin ningún tipo de restricciones siguieron dando un credito muy peligroso para las familias pobres para poder estimular la economía que venía con una baja tasa de beneficios pero con una alta tasa de productividad debido al desarrollo incesante de las fuerzas productivas materiales y humanas de la sociedad. Para Marx el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad crece en forma exponencial mientras que los mercados lo hacen en forma aritmética, en consecuencia, es necesario incorporar a mas personas al consumo para poder vender las mercancías y lograr realizar la plusvalía, es decir, el resultado de la explotación del obrero. La necesidad de realizar la plusvalía e incrementar la tasa de beneficio hace que se imponga la desregulación económica, como estrategia de expansión de los mercados. En consecuencia, la crisis de superproducción y disminución de la tasa de ganancia, señalada por Marx, se manifiesta como una crisis en el sector inmobiliario y el financiero.
Los economistas burgueses  confunden la forma en que se manifiesta la crisis de sobreproducción  con causas de la crisis económica mundial. En 1999, el presidente Bill Clinton firmó la derogatoria de la Ley Glass-Steagall de 1933. La ley tenía como objetivo poner una muralla entre las actividades y operaciones que  podían realizar los bancos “normales”, diferenciándolas claramente de aquellas que podían realizar los llamados “bancos de inversión”. Después del crack de la Bolsa de 1929, en 1933 se produjo una enorme crisis bancaria, que llevó a la quiebra al sector. La mayoría de los analistas dijeron que ésta  había sido causada porque los bancos habían sobrepasado su rol tradicional de intermediarios financieros: recibir depósitos para prestarlos a quien los necesite. En efecto, los bancos habían incursionado en los mercados de capitales, estaban en la Bolsa, emitían bonos y financiaban fusiones y adquisiciones de empresas, entre otras actividades.
Por tanto, la Ley Glass-Steagall se aprobó para evitar que, en el futuro, los bancos realizaran actividades especulativas. Además, con esa ley se estableció el Seguro Federal de Depósitos para proteger los ahorros de los accionistas de los bancos “normales”. Se aprecia claramente que la ley quería regular el sector, para evitar los comportamientos irracionales que caracterizan a la banca de inversión. La Ley Glass-Steagall -así como otras que regulaban el sector- tuvo cincuenta años de vida más o menos tranquila. Pero a mediados de los ochenta, el avance de la globalización hizo que la Inglaterra de Margaret Thatcher comenzara la desregulación financiera, el llamado big bang. En Estados Unidos, bajo el gobierno de Ronald Reagan, los nuevos directores de la Reserva Federal (banco central) comenzaron a “reinterpretar” la Ley Glass-Steagall.
En 1990, Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal que venía del banco J.P. Morgan, permitió que J.P. Morgan se convirtiera en el primer banco que, nuevamente, pudo emitir papeles financieros. En 1996, el mismo Greenspan emitió un dispositivo que permitía que empresas subsidiarias de los bancos pudieran participar en negocios de inversión hasta en un veinticinco por ciento.
La fresa de la torta fue la fusión en 1998, entre una compañía de seguros (Travelers), uno de los más grandes bancos de inversión (Salomon Smith Barney) y el principal banco “normal” (Citibank), antes de que se derogara la Ley Glass-Steagall. El lobby de las fusionadas fue tan grande que, un año después, el Congreso derogó la Ley Glass-Steagall, lo que fue firmado por el presidente Clinton. Caída la muralla comenzó la “consolidación”, eufemismo para “concentración oligopólica de enormes proporciones”.
Y volvieron al mercado de divisas y el de capitales, emitían bonos, invertían en el mercado de materias primas, en las bolsas de valores, financiaban fusiones y adquisiciones, etc. La fresa de esta nueva torta fue la creación de los “vehículos de inversión estructurados” que les permitió vender los préstamos basura como si fueran AAA, con la bendición de las calificadoras de riesgo como Moody´s y Fitch (que nos dan el grado de inversión). Desde la Reserva Federal,    Greenspan alentó la burbuja especulativa, bajando la tasa de interés a uno por ciento.
El resto es conocido. La burbuja estalló a mediados del año 2008  dando inicio a una crisis financiera que se ha convertido en crisis del sistema capitalista. Greenspan declaró que ha encontrado “...un error en la estructura funcional que hace que el mundo camine. Me equivoqué al presumir que el interés propio de las organizaciones, específicamente los bancos y otros, eran tan importantes que ellos eran los más capaces de proteger a sus accionistas, así como el valor de su patrimonio”.
La desregulación se hizo necesaria para lograr el máximo de explotación de la fuerza de trabajo, la concentración de capitales e incrementar la tasa de ganancia cuya tendencia histórica es a la baja.

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